Tragedia en la Prensa Boliviana: Cierre de Página Siete tras 13 Años de Lucha por la Democracia

En un abrupto giro de los acontecimientos que ha dejado consternada a la sociedad boliviana, el periódico Página Siete, principal medio opositor al Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia, ha anunciado su cierre definitivo este jueves. Tras 13 años de arduo trabajo como «aliado de la democracia», el presidente ejecutivo del diario, Raúl Garafulic, atribuye esta decisión a una «tormenta perfecta» compuesta por presiones políticas y graves estrecheces económicas.

Fundado en 2010 por un grupo de empresarios en respuesta a la creciente polarización mediática, Página Siete se convirtió en el bastión de las clases medias acomodadas de La Paz, fuertemente opuestas al MAS. La historia del periódico estuvo marcada por tensiones constantes con el gobierno, desde el error en un titular sobre una protesta indígena hasta ser señalado como líder de un supuesto «cartel de la mentira» creado para desacreditar a la administración de Evo Morales.

La hostilidad entre el diario y el MAS se manifestó en diversas formas, desde bloqueos sistemáticos de la pauta publicitaria por parte del partido de Gobierno hasta presiones sobre empresas privadas para que no anuncien en Página Siete. El presidente Garafulic también ha denunciado un hostigamiento público a través de redes sociales, así como auditorías y multas recurrentes que afectaron la estabilidad financiera del periódico.

En su carta de despedida, Garafulic apunta a la situación política y económica del país como factores determinantes en la crisis de Página Siete. El bloqueo de cuentas bancarias y embargos de bienes como resultado de juicios en su contra limitaron su capacidad de acción. Además, la pandemia de COVID-19 modificó los hábitos de lectura de noticias, generando una fuerte caída en la venta de periódicos impresos, mientras la crisis económica redujo el presupuesto publicitario de muchas empresas.

La lucha constante por mantenerse a flote llevó a los accionistas a realizar importantes aportes de capital, pero estos esfuerzos no fueron suficientes. Incluso, intentaron obtener una capitalización significativa que habría permitido continuar la operación del periódico, pero los inversores se retiraron por temor a represalias políticas, sumiendo a Página Siete en un callejón sin salida.

El cierre de Página Siete ha generado reacciones encontradas en la sociedad boliviana. Mientras periodistas y políticos de la oposición expresan su pesar, aún no hay comentarios de figuras del oficialismo. El expresidente Carlos Mesa lamentó la situación, destacando la presión de los gobiernos del MAS y las condiciones adversas como responsables del cierre. Raúl Peñaranda, director del diario en su fundación, calificó el día como «uno de los más amargos para el periodismo y la democracia».

Con el cierre de Página Siete, Bolivia pierde no solo un medio de comunicación, sino un actor clave en la conformación de la opinión pública y la narrativa política del país. La incertidumbre sobre el futuro de los periodistas y columnistas que formaron parte de este diario deja un vacío significativo en la escena mediática boliviana. A medida que el país avanza hacia nuevos capítulos políticos, el cierre de Página Siete plantea interrogantes sobre la diversidad y la independencia en el panorama de los medios de comunicación en Bolivia.

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