En una jornada marcada por la violencia, un grupo armado interrumpió la transmisión en vivo del canal de televisión TC en Guayaquil, Ecuador. Encapuchados, portando armas, amenazaron al personal del canal y obligaron a las víctimas a tirarse al suelo, mientras al fondo resonaban gritos que estremecieron a la nación.
La rápida respuesta de la policía ecuatoriana desplegando unidades especializadas permitió detener a varios de los atacantes, recuperando el control de las instalaciones del canal. Sin embargo, este episodio fue solo una pequeña parte de una cadena de eventos que ha sumido al país en una espiral de violencia.
Poco después del asalto al canal, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, firmó un decreto declarando la existencia de un conflicto armado interno y designando como «terroristas» a varias bandas criminales. Este drástico paso se produjo tras la fuga de Adolfo Macías «Fito», un peligroso narcotraficante, y motines carcelarios con rehenes.
El estado de excepción, decretado por Noboa durante 60 días, refleja la gravedad de la situación. La fuga de «Fito» desencadenó una serie de eventos que incluyeron el secuestro de al menos siete policías, explosiones en varias provincias, y la fuga de 40 reclusos en Riobamba.
El presidente, quien asumió el cargo en noviembre con la promesa de devolver la seguridad a los ecuatorianos, afirmó en las redes sociales: «No vamos a negociar con terroristas». Además, ordenó a las fuerzas militares y policiales intervenir en el control de las cárceles, marcando un intento decidido de restaurar el orden.
La historia de «Fito» revela la complejidad de la crisis. Condenado a 34 años de prisión en 2011, se convirtió en un protagonista de la violencia desde detrás de las rejas. Su fuga fue precedida por la movilización de 3.000 efectivos para capturarlo nuevamente.
La violencia en las cárceles ecuatorianas ha sido una constante, con enfrentamientos entre bandas rivales que han dejado más de 400 muertes desde 2021. El plan de seguridad de Noboa busca abordar esta crisis mediante la creación de una nueva unidad de inteligencia, el suministro de armas tácticas para las fuerzas del orden, y la implementación de un plan para recluir temporalmente a presos peligrosos en barcos prisiones.
La crisis carcelaria y de seguridad en Ecuador no es nueva. Gobiernos anteriores han decretado estados de excepción en un intento por hacer frente a la creciente violencia, especialmente en el contexto del país como punto clave en la ruta de la cocaína en Sudamérica.
Ecuador se encuentra en un momento crítico, con el presidente Noboa enfrentando el desafío de restablecer la seguridad y la estabilidad en medio de una compleja trama de narcotráfico, violencia carcelaria y ataques armados. El futuro inmediato de la nación depende de la eficacia de las medidas adoptadas para abordar estos problemas arraigados.